La Leyenda del Trigo

        Tan juguetona era la luna que un día, por divertirse, se burlo del viejo y gruñón Rey Sol. Alegre reía de su broma cuando, cansado ya el Rey Sol, le castigo dejándola a oscuras.

-¡Pobre de mí!...- gemía la pobrecita Luna-, ¡Yo no quise ofender a mi Rey Sol!

¡Perdón!... ¡Perdón!...

Las lagrimas de la afligida Luna caían cual lluvia helada y las estrellas se apiadaron de la picara arrepentida. Pidieron al Rey Sol que la perdonara.

Rey Sol, que es todo bondad, accedió al pedido de las estrellitas. Recogió una a una las lágrimas de la pálida viajera de la noche, las vistió de luz y las lanzo al espacio.

Así llego el trigo al mundo.  Blanco por dentro, dorado por fuera y tierno como lagrimas de arrepentimiento.

La luna, firme en su propósito de ser buena, después de aparecer redonda y blanca en el cielo nocturno, llora un poquito todas las noches, para que a nosotros no nos falte nunca el pan.

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